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Será la edad, las
repentinas ganas de disfrutar sin más o la destensión post-milenio,
vete tú a saber, pero (me) resulta cuando menos chocante seguir
encontrando(me) a muchos de los que en los 90 eran fans seriotes de bandas
visionarias como DISCO INFERNO, TRICKY o AUTECHRE, desmelenándose
en esta década al son de intrascendentes pastiches como pudieran
ser, por ejemplo, anteayer INTERPOL, ayer THE SCISSOR SISTERS u hoy THE
PIPETTES recientes debutantes con “We Are The Pipettes”
(Memphis Industries-Sinamon, 2006). Todo el mundo sabe que, cada uno en
su compartimento, son productos con la fecha de caducidad tatuada en la
piel, que no hacen más que remover con mayor o menor gracia estilos
totémicos y que, casi con toda seguridad, no aportarán a
la historia del pop algo digno de mención a diez años vista,
más allá de algún single afortunado. Pero, sin embargo,
pocos son los que sin rubor niegan el haberse entregado a la borrachera
de complacencia y “buen rollito” que suelen generar. Y si
se tiene empatía con su estética y la inspiración
acude a la llamada del single, pues el flechazo está servido. El
a dónde nos llevará este eterno retorno en confusos periodos
de crisis como el actual (¿el revival el tiempo real?, ¿al
revival del revival del revival?, ¿el canibalismo pop, quizá?)
lo dirá el tiempo, pero el fenómeno es cuando menos curioso.
Y no me vengan con excusas de dogmático con mala conciencia: lo
de THE PIPETTES ahora es puro y duro revival, yendo al
grano, directamente y sin disfraz (o con el disfraz adecuado, mejor dicho),
a donde otros (SLEATER-KINNEY o THE DELGADOS, por ejemplo han picoteado
en las mismas fuentes) han ido de refilón cubiertos de su propio
sonido. Quizá por ello hayan calado tanto en esta ocasión.
Las protagonistas de estas
líneas, seguramente, son ya de sobra conocidas a estas alturas,
porque su celebérrimo “Pull Shapes” ha venido
animando todos los cotarros el pasado verano, y sus sonrosados rostros
delatadoramente british se han paseado por una buena parte de la prensa
musical. Son un coqueto trío de Brighton que tiran abiertamente
de la estética y el sonido de los girls-groups de los 60. Se citan
de inmediato a THE SUPREMES y THE RONETTES por la inercia del mito, pero
lo de las PIPETTES las emplazaría uno más
adecuadamente en un punto intermedio entre la pulcritud orquestada de
THE SHIRELLES y el particular toque -a veces perversamente sexy, a veces
melancólicamente narrativo- de las SHANGRI-LA´S. Todo ello
se revisa con ese cierto aroma twee-pop de bandas como SHOP ASSISTANTS
o TALLULLAH GOSH y la acertada producción de Andy Dragazis (BLUE
STATES) y Gareth Parton (THE GO! TEAM), logrando que, como si de unas
muñecas del pop se tratara, les aprietes la barriga y disparen
canciones de esas de toda la vida y que -¡demonios!- son capaces
de alegrarte el peor de tus días. La trascendencia y las coartadas
artísticas quedarán, una vez más, para otro día.
Hoy toca la fantasía pop tal cual se vivía en los primeros
60: con esa misma mezcla de cálculo, inocencia, falsedad, artificio,
frescura…, pero sobre todo: efectividad. Eso sí, por segunda
vez.
Vamos a ver el reparto:
Rose es la morena riquiña, Becki
la pelirroja con gafas de pasta y Gwenno la rubia sexy
de pelo corto. A contratiempo, surgen en la parafernalia promocional de
un modo tan, tan plástico que ¡parecen de dibujos animados!.
Entran directamente por los ojos derrochando encanto y, mientras eliges
a tu favorita (por lo general gana Becki me temo, por la vuelta de tuerca
a lo Daniel Clowes, ¡ays esos cánones de belleza indie!),
te obligan a sonreír a la mínima que suena sus canciones.
Sobresale de modo especial “Pull Shapes”, el súper-hit
y una de las canciones del año con ese video-clip que tributa la
mítica película “Beyond The Valley” de Russ
Meyer. Podría ser la síntesis eufórica y acelerada
entre el “Dancing Queen” de ABBA y el “Will You Still
Love Me Tomorrow” de las SHIRELLES, para recrearse en la instantánea
emoción de quererse enamorar flotando en ese estribillo, mientras
estiramos la candidez juvenil ad infinitum. “Baila conmigo esta
noche, chico guapo / baila conmigo y estaremos estupendamente”
dicen en ella de un modo tan fluido y cautivador, que logran que el círculo
de la magia pop se cierre totalmente, para poco después, preguntar
“¿qué haces cuando la música se para?”.
Pues como algo parecido a hacerse mayor bien podría ser la respuesta,
te ofrecen una segunda oportunidad: “clap your hands if you want
some more!!!”. Y, como si de un bonus-track dentro de la misma canción,
prologan la ilusión unos segundos más, hasta que sientes
de la necesidad de volver a pulsar el play o de lanzarte -! por fin!-
a la persona que te gusta. La pregunta no es ya “¿cómo
resistirse a algo así?”, sino: ¿para qué resistirse?.
Revindican con razón
THE PIPETTES el papel fundacional del pop previo a la
llegada de los BEATLES, que es donde comúnmente se sitúa
el arranque de la música popular. Si tenemos en cuenta que uno
de los arquetipos de canción pop por excelencia (al menos para
el abajo firmante) es el “Be My Baby” de las RONETTES, por
aquí lógicamente no habrá ninguna objeción
a tal revisión/puntualización de los hechos. Ellas, a parte
de Phil Spector, hablan de de Joe Meek y de las producciones de Motown,
Stax y Studio One, productores y factorías éstas donde la
mujer, aunque fuera generalmente teledirigida, tenía un papel protagonista
que la llegada de los grupos de pop (generalmente formados por hombres)
prácticamente borraría del mapa. Así que THE
PIPETTES cruzan el inmenso océano temporal para “reinventar”
la historia, configurando un trío al uso clásico con la
“modernidad” de ese mencionado toque twee y el paradójico
hecho de ser ellas las autosuficientes “dirigentes” de todo
el tinglao. Vaya, si final había incluso coartada post-feminista
para escurrir el engorro de la etiqueta revivalista…
Y al margen de toda la
teoría (vacua e innecesaria más que nunca en un grupo como
éste, pero en fin… defecto profesional), lo que logran THE
PIPETTES con su álbum de debut “We Are The
Pipettes” (Memphis Industries-Sinnamon, 2006) es que desde
el tema de arranque, la arrebatadora onda sobre la que surfea
“We Are The Pipettes”, te introduzcan en su particular
fantasía pop, para que una vez dentro (mientras que suenan sus
canciones, se alternan sus voces perfectamente entrelazadas, te sorprenden
con la gama de tics a los recurren) te sientas más feliz que en
cualquier otro lado. Es decir, Becki, Gwenno y Rose con
su debut pulsan en el mismo botón de la magia que, por ejemplo,
TEENAGE FAN CLUB, KYLIE MINOGUE o los JACKSON FIVE y como si de unas BANAMARAMA
indie-mod se tratasen, gozan de esa atrayente mezcla de grupo de diseño,
actitud descarada y conocimiento de causa digna del mejor fan, que logra
un sonido tremendamente comercial y seductor, acompañado de una
dicharachera imagen y unas vibraciones de felicidad realmente adictivas.
Ahí están la irónica “Diry Mind” contrastando
la soltura de voces con pianos trotones y la densa instrumentación,
“It Hurts To See You Dance So Well” que parece extraída
directamente de los momentos más limpios y acrisolados de HEAVENLY
o el despiporre sixties-pop de una “Your Kisses Are Waste On Me”
absolutamente deliciosa.
Es, desde luego, dentro
de esa faceta suya explosiva antedicha donde mejor funciona el encanto
del trío, pero no la única, en contra de lo que pudieran
dar a entender esas escuchas rápidas (a las que nos estamos acostumbrando
tanto en la era mp3) que distorsionan la imagen del grupo a banda-de-un-sólo-single.
Sí, porque por muy pop que sea, si uno acude a “We
Are The Pipettes” buscando catorce “Pull Shapes”
se quedará sin disfrutar del finísimo primor melódico
de “A Winters Sky”, el preciosismo de los intrincadas
cortinas orquestales de “Tell Me What You Want” o
esa pequeña joya de power-pop con toques doo-wop escondida justito
al final que alberga “One Night Stand”, entre muchas
otras bonitas e intrascendentes canciones, que completan el listado de
golosinas de un disco que no conoce la flaqueza en su track-list.
Insistimos, como verán,
con el interrogante ya contestado al arrancar estas líneas: ¿trascendencia?,
¿continuidad?, ¿vida más allá del hype?. Puede
y es lo más probable (e incluso deseable) que no la haya, que todo
esto se termine en cuanto se evapore la magia, el chicle pierda sabor
y los eruditos levanten el mentón afirmando que ellos ya sabían
que aquí se escondía un camelo. Pero, si soy sincero, mientras
uno debate esto se siente un poco como aquel que ve como un colega se
enrolla con un bombonazo y, a dos velas, se consuela diciendo que no durarán
o que la chica tiene no sé qué defecto. La realidad es que
él disfruta del sexo y el amor, sea o no de mentira, aprovechando
la fugacidad del momento, mientras tú, pues tu disfrutas de algo
tan placentero y estimulante como la capacidad profética con margen
de error. Así que dejémonos ya de justificaciones definitivamente
porque, por encima de todo, las PIPETTES son súper
guays y cada vez que suenan por la tele acaparan toda mi atención
sin poder dejar de sentirse alelado viendo su particular sit-com pop.
Un día de estos, como en aquel anuncio de Kylie Minogue de Pepsi,
encontraré el botón del mando a distancia que las haga traspasar
el cristal del televisor para tornarse físicas en mi salón
y preguntarme eso de ““¿qué haces cuando la
música se para?”. No, yo tampoco quiero crecer, me gustaría
probar la elasticidad de mi juventud subido a lomos de uno de esos fastuosos
arreglos de cuerda y…mmmm ¡qué siga la música!
JAVIER BECERRA (Diciiembre 2006)
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